PUEDES CAMBIAR DE NEGOCIO, PERO NUNCA DE MENTALIDAD
Un tipo estaba cansado de ser empleado.
Pero cansado es C-A-N-S-A-D- O. Se sentía un esclavo con sueldo. Si se considera el tiempo que le tomaba ir de su casa al trabajo, el tipo trabajaba 16 horas diarias. ¿El descanso? Un día a la semana y no el día que él quería, sino el que la empresa decidía: a veces sábado, a veces lunes, raras veces un domingo.
Lo que ganaba no le alcanzaba y lo que hacía no le gustaba. En resumen, vivía una verdadera tragedia: vendía su tiempo. O, como él mismo decía, en términos laborales "se estaba prostituyendo por unos miserables reales."
Las cosas se complicaron cuando llegó su primera hija. El dinero no alcanza y los niños son niños, ellos no saben de finanzas. Ser padre es tener que SER responsable y ser lo suficientemente hombre para luchar y darles CALIDAD DE VIDA. Entonces el tipo renunció y como sea consiguió un capital para abrir su primer negocio: una granja. Les prestó dinero a sus papás, a sus tíos, a sus hermanos...todos pusieron su grano de arena y, con muertos y heridos, empezó. De empleado a empresario. Ahora trabajaba más, pero en algo suyo. Y el negocio empezó a darle mejores ingresos. A decir verdad, era auto empleado pero ya estaba progresando. He ahí el sueño de nuevos ingresos, de una nueva vida, sin embargo no todo es color rosa. No siempre las cosas salen como uno las planifica o las proyecta, a veces se presentan factores que no podemos controlar. Un día de verano y siendo muy temprano, de lo más normal, Gustavo llegó al local acompañado de su esposa y entonces solo encontró unas cuantas plumas. Le habían robado todo. Absolutamente todo. Le llevaron los pollos, las casillas, los focos, el alimento de los animales, los triciclos de reparto. Todo, se llevaron todo. Ahí estaba el emprendedor, sin nada, con una mano adelante y otra atrás, con deudas, con una familia y sin saber qué hacer. Hizo la denuncia correspondiente, pero en países como el suyo denunciar no significa nada: más era el tiempo que perdía.
Y aquí es justo donde viene el asunto de nuestro interés. Su señora esposa le decía "vuelve al trabajo", "consigue otro trabajo, por lo menos eso es algo seguro", "mi tío dice que te puede recomendar con alguien".
Aquí el dilema de Gustavo: ¿Empezar de cero nuevamente o volver a un empleo? En su cabeza el empleo era retroceder, era volver a los lineales. Fuera de todo, sentía que ser empleado era una categoría mental en la que él no encajaba. Total, ya había puesto su negocio, ya se sentía empresario. Volver a empezar sin nada, supone replantear muchas cosas, principalmente apelar a la confianza de los proveedores y los clientes. No era imposible y él estaba dispuesto no a intentarlo, sino a lograrlo. Justo cuando se disponía a retomar todo, aparece un primo con un negocio entre manos.
Primo, la granja no es negocio, eso es lento. Acá el tiro está en traer cosas de China. Esos chinos venden de todo. Si tú vas a La Feria de Cantón te vuelves loco. Allá compras barato y acá inundas el mercado. Ahí está la plata. Trabajemos juntos, como socios.
Gustavo lo pensaba. El primo era serio y él estaba urgido de ingresos. Sobre todo eso, INGRESOS.
Tavo, no le des tantas vueltas - decía el primo.
No tienes que poner plata, eso ya está. Yo me voy a China, salgo la otra semana pero acá necesito quien se encargue de la mercadería y la distribuya. Vamos a porcentajes hasta que te capitalices y ya de ahí si quieres tú lo haces por tu cuenta o ya tu ves.
La propuesta era tentadora.
Olvídate de la granja, Primo. Deja de criar pollos, piensa en grande. Piensa global.
Entraron. Los primos hacían buen equipo. Todo iba cañón. Habían transcurrido algunos meses. El negocio consistía en importar repuestos y accesorios de celulares y era un negocio de alto movimiento, pero muy cambiante. Las cosas se tenían que hacer rápido. Los problemas llegaron exactamente al año: En aduana les retuvieron toda la mercadería argumentando que les faltaba un certificado. Mentira, todo era pura burocracia. Los días pasaban, las semanas pasaban. La espera supero el mes, el mes y medio, los 50 días... y su mercadería había sido prácticamente secuestrada. En estricto, su capital estaba muerto, sin poder activarlo.
Esos de la aduana, son empleados, no razonan como nosotros. ¿Se dan cuenta que nos están asfixiando?- preguntaba uno de los socios.
El tiempo pasaba. Al menos Gustavo había pagado sus deudas, había crecido empresarialmente. Pero no había hecho plata: su niña tenía problemas de salud que precisaban atenciones y cuidados especiales, y eso, mal que bien, requiere dinero.
Han pasado los años y Gustavo y su primo han emprendido varios negocios. Hoy el tipo reconoce que lo mejor hubiese sido enfocarse en uno solo y no parar hasta convertirlo en una fortaleza. Persistir en el mismo punto. Pero al mismo tiempo se anima a darle un consejo a los que han dejado su empleo para hacer empresa y al no ver resultados quieren dar un paso atrás: jamás vuelvas de empleado. Jamás retrocedas. Está permitido cambiar de negocio, pero no de mentalidad. Ni siquiera lo pienses: la salida no es "buscar algo seguro", sino buscar oportunidades de libertad. Empleo es un paso atrás, negocios es un paso adelante. Y si el negocio no funcionó, eso no significa que usted no funcione. A veces las personas suelen decir algo así como "conseguiré un empleo por un tiempo", "por el momento". No, no y no. Así no funciona: ser empresario es un enfoque mental. Usted encuentra lo que busca. El día que empiezas a "buscar un empleo", ese día dejas de comportarte como empresario y ese día, literalmente, le pones una venda a tu mente: no miras oportunidades de negocio, sino empresas dónde podrías trabajar. Recuerde: el mundo le da lo que usted pide.
Además, piense: decir "tuve varios negocios" es mil veces mejor que decir "tuve varios empleos." Señores, soportar un fracaso y levantarse es un millón de veces mejor que soportar la explotación. La libertad, por encima de todo. Vivir sin jefes, vivir sin sueldos. Eso, eso es un lujo que solo disfrutan quienes tienen mentalidad y carácter.
Mundo de Millonarios